G.
(31), tenía casi todo listo para irse de Venezuela y partir hacia
Dublín, Irlanda, cuando su madre fue diagnosticada con
mielodisplasia, una enfermedad de la medula ósea en la cual esta no
funciona adecuadamente y no se producen suficientes glóbulos rojos.
La noticia era dura para este hijo único, que había sido criado (¡y
bien criado!) por su madre y su tía. Lamentablemente, tampoco tenía
muchas opciones de donde escoger. Ya en 2014, se hacía difícil
conseguir medicamentos en Venezuela, y su sueldo como ingeniero de
materiales cada vez alcanzaba menos para cubrir los gastos de la
casa, y de los medicamentos y tratamientos de su progenitora. Así
que el plan a seguir era muy claro para G.: ayudaba más estando
fuera, que estando dentro.
Eligió
irse a Dublín porque allá lo esperaba M., su prometida –también
venezolana-, quién lo había precedido un año antes, y había sido
la motivación para terminar de tomar la decisión de emigrar. Él
había ido a visitarla en Noviembre de 2013, y en aras de continuar
con su relación, terminó de decantarse por mudarse a Irlanda para
el primer trimestre de 2014. En realidad, G. ya se había planteado
embarcarse en el proceso migratorio hacía ya un tiempo, desde que la
inseguridad, la escasez y los elevados niveles de inflación, habían
mermado su calidad de vida y la de “sus dos viejas”. Influyó
también en la decisión el hecho de que hubiera la posibilidad de
hacer un curso de inglés en ese país, y que la visa de estudiante
le permitiera trabajar medio tiempo para costearse sus gastos; ya que
para la época en la que G. se fue, el gobierno venezolano no estaba
aprobando dólares para estudios en el extranjero.
Sin
embargo, el viaje fue postergado por la enfermedad de su madre; y
durante ese tiempo, G. se dedicó a acompañarla a todos sus
chequeos, a peregrinar por todas las farmacias en busca de
medicamentos, y a tratar de dejarla en las condiciones de salud más
óptimas que pudiera porque inevitablemente, la tenía que dejar.
Llevó también a su tía a hacerse “lavado y engrase”, y se dio
a la tarea de dejarlas abastecidas de medicamentos a ambas por unos
cuantos meses. Afortunadamente, la enfermedad de su madre remitió.
Se encontró que estaba asociada a un problema menos grave de lo que
se creía, y G., aliviado, pudo por fin emprender su odisea. Porque,
por supuesto, lo bueno aún no había comenzado. Y por “bueno”,
me refiero a lo difícil.
No
hubo fiestas, ni seguidillas de reuniones. Después de todo, “su
vida se había mudado del país”. Su novia lo esperaba fuera, sus
mejores amigos habían partido ya antes que él, y los pocos que le
quedaban, se reunieron para desearle éxito en su nuevo hogar. Pero
nada muy sentido, nada del otro mundo. Al final, lo verdaderamente
importante estaba en casa. Y es que despedirse de una madre, duele.
Pero despedirse de dos…es agonía por partida doble. En este caso,
G. tuvo la oportunidad de despedirse por partes, ya que su madre no
estaba en condiciones de acompañarlo al aeropuerto, pero su tía sí.
Igual, no olvida el último abrazo que le dio a su vieja, en la
cocina de su apartamento de toda la vida en Caracas, hace ya más de
un año. Un abrazo que intentó transmitir tres décadas de
agradecimiento, amor, recuerdos… y también incertidumbres,
remordimientos y esperanzas de un futuro mejor para ambos. Se acuerda
de haber recibido de vuelta un abrazo que decía: “vamos a estar
bien si tú estás bien”. Y quizá la garganta no les colaboró
para que dijeran mucho, pero al final sí lograron decirse todo.
Su
tía, por otro lado, resistió estoicamente el viaje al aeropuerto; y
cuando llegó el momento de la despedida, le dio también un abrazo,
lo colmó de bendiciones, pero le confesó que era muy mala para
estas cosas, y con lágrimas en los ojos y una sonrisa nerviosa, de
esas que se usan para tapar los corazones rotos, le dejó el pelero.
Lo cual fue mejor para G., porque él tampoco es muy bueno para estas
cosas, y ya la despedida de la vieja N° 1 había agotado el poco
capital emocional que le quedaba por el resto del año. Por el resto
de la vida, en realidad.
Pero
como ya les había advertido, aún no había llegado lo bueno para
este caraqueño. Porque no conforme con lo duro que es irse de su
tierra, este hombre tuvo que pasar además por la experiencia de que
la Guardia Nacional de Venezuela intentara llevarse su pasaporte
“para revisarlo”. El asume que esto se debió a que llamaba la
atención por ser un hombre joven y que viajaba solo. Sin embargo,
logró zafarse de la revisión explicándoles a los guardias que
tenía ya un año de celibato, y que si no llegaba a Dublín, cierta
parte de su anatomía se iba a desprender por falta de uso. Esta
ingeniosa salida le hizo acreedor de gestos de complicidad masculina
por parte de los oficiales, quienes, solidarizándose con tan
angustiante situación, le permitieron proseguir sin mayor problema.
Y así, por fin, G. logró montarse en el avión. Mientras despegaba
y veía los últimos retazos de las costas venezolanas, se despidió
de su tierra, agradecido, y deseando algún día volverla a ver, se
acomodó en su asiento y pensó: “Aquí empieza mi vida”.
La
historia de G. es la historia de muchos de los que salieron de su
país en busca de un mejor futuro. Acompáñanos en la próxima
entrega a ver cómo este caraqueño se las ingenió para:
-
Sentar las bases de ese futuro más brillante desde un departamento
de 16 mts2,
tan pequeño que ni él ni su prometida podían engordar ni un gramo,
porque si no ya no cabían en la cama.
-
Trabajar como Asociado en Comidas y Bebidas (Food and Beverage
Associate), siendo Ingeniero de Materiales.
-
Sobrevivir al bochorno después de haberle volcado encima una pizza a
una familia que volvía de un viaje; y haber aterrizado sobre sus
maletas, mientras trabajaba.
¿Listos?
¡Vamos!
This is so good!!! Congrats!!!
ResponderEliminarThanks!!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta el tono que le das Maiti! Felicitaciones!!!
ResponderEliminarEs genial ¿verdad?. Ella también te quiere entrevistar.
EliminarEs genial ¿verdad?. Ella también te quiere entrevistar.
ResponderEliminarQue chevere que plasmen estas experiencias! From now a fan!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Adri! Esperamos seguir entregando mucho contenido que hay tela de sobra para cortar.
EliminarSaludos cordiales y un placer que seas una fan desde ahora.
¡Muchas gracias Adri! Esperamos seguir entregando mucho contenido que hay tela de sobra para cortar.
ResponderEliminarSaludos cordiales y un placer que seas una fan desde ahora.