CRÓNICAS MAITANAS: AVENTURAS DE UNA NÓMADA INCIDENTAL-PARTE V


Entrada del día 06/04/2015, 7:20 P.M.-Desde mi monoambiente, ¡POR FIN!

-Buenos Aires, Florida: Ok. El día 20 de marzo fue un día de altibajos para mí. La buena noticia era que había conseguido por fin un departamento para rentar, ¡yei! La mala noticia era que me lo entregaban en 10 días, y ya no tenía en donde quedarme porque a Fabiola y Marielba se les vencía el contrato de alquiler el día 22. La buena noticia era que mi amigo Horacio López me había ofrecido alojamiento por esos 10 días que iba a esperar por mi departamento. La mala noticia era que Horacio vive en Uruguay.

Mis opciones, la verdad eran muy pocas, así que me fui de la inmobiliaria al Puerto de Buenos Aires y adquirí un boleto rumbo a Montevideo, saliendo el día 22 de marzo a la media noche. Mis bolsillos sangraron, pero no les hice caso.

Esos dos días previos a mi ida a Montevideo, los pasé ayudando a limpiar el departamento a mis queridas anfitrionas. Había que entregarlo impecable. Y por impecable me refiero a intentar darle vuelta al borde de cama que había caído en combate el día que las chicas experimentaron con tinte de pelo rojo. También, el piso alfombrado contaba la historia del tinte, y de aquella vez que tomaron un poquito más de vino de la cuenta, mientras se echaban los chismes. Así que, armadas con Cif y un cepillo de dientes, atacamos todas las manchas que conseguimos en la alfombra, en el piso, y en donde pudimos. Lamentablemente, la mancha del borde de cama no cooperó, y tuvimos que ingeniar una forma artística de darle la vuelta sin que se notara, ya que el casero vendría al día siguiente, cuando finalizaba el contrato de las muchachas.

Luego de un arduo día de trabajo, las chicas se retiraron a su departamento nuevo en Palermo, quedando en venir temprano al día siguiente para retirar algunos enseres que no podían llevarse ese día. El casero vendría a las 11 a.m., y por supuesto, yo tendría que estar ida para esa hora, ya que el contrato especificaba que sólo podían permanecer en el departamento las dos personas que firmaban el documento. No había problema, porque las chicas llegarían a las 10;30, y yo las esperaría en planta baja, para luego irme con ellas a Palermo a esperar que se me hiciera la hora de ir a Montevideo.


Pero así no se desenvolvieron los acontecimientos.

Quiso la suerte que me despertara temprano al día siguiente, y que estuviera lista a las 10 a.m. Las chicas me comentaron que se habían quedado dormidas, y que iban a llegar un poco tarde, pero que iban en camino. Así que, a las 10:30, cuando sonó el intercomunicador, contesté confiada: “¡Ya voy, muchachas!”. Lamentablemente, la voz del otro lado me anunció que era el casero, y no ningunas muchachas. El casero había llegado antes que las locatarias legales. Y la locataria ilegal no tenía más remedio que bajar a abrirle la puerta.

Me armé de valor e invoqué al espíritu de Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Greta Garbo y todas aquellas grandes del espectáculo para que vinieran en mi ayuda con su talento histriónico. Y me apersoné en la puerta de entrada con mucho aplomo y glamour. Respondí a la mirada interrogativa del casero y su esposa con la más brillante de mis sonrisas, y les indiqué que Fabi y Mari me habían dejado una llave de su departamento para que las ayudara a retirar la maleta y los enseres que no pudieron llevarse el día anterior, en caso de que ellas se retrasaran en el largo camino entre Palermo y Florida. Y que, ¡qué buena suerte! Justo estaba yo por acá porque ellas casualmente se habían retrasado un poco. Vale acotar que la maleta que supuestamente las muchachas “se habían dejado”, era la mía. Y tenía mi nombre all over the place. Gracias.

No dejé que la situación me amilanara, y cuando el casero y su esposa se dieron a la tarea de revisar todo el inventario del departamento, pues ahí estuve, con mi mejor sonrisa, ubicándome siempre de manera estratégica frente a la mancha del borde de cama. Los mareé hablándoles de Venezuela, y la verdad es que los tres nos caímos muy bien. Terminó satisfactoriamente la revisión del departamento, y como las chicas aún no llegaban, le hice entrega formal al casero de las llaves de su departamento, el cual ocupé ilegalmente por 7 días. Y gratis. Pero no hubo agua ni luz durante 4 días, así que eso compensaba la situación. Siempre sonriendo.

Con la entrega de las llaves al casero, se me planteaba otro dilema: ¿en dónde iba a esperar a las chicas? No podía quedarme en la planta baja del edificio, porque el casero se llevaba las llaves y quedaría encerrada. Tampoco tenía saldo ni wifi para avisarles en dónde iba a estar, o lo que había pasado. Aparte, tenía encima mi maleta de mano, mi cartera de Mary Poppins, y las varias bolsas con ropa, zapatos y ollas que habían dejado; por no mencionar que no tenía ni idea de cómo llegar sola hasta el nuevo departamento. Sin embargo, no me quedaba otra que bajar con los señores y salir con ellos del edificio, alegando que ya salía a Montevideo… y sí, me iba a llevar la ropa, los zapatos y las ollas de las muchachas a Uruguay conmigo si era necesario, porque de verdad que ya me tenía que ir. Nuevamente, Dios no me dejó sola, y cuando llegamos a planta baja y se abrieron las puertas del ascensor, estaban Fabi y Mari con cara de ponchadas. Yo, sonriendo como una maníaca, les comenté que qué bueno que habían llegado, porque ya les había mostrado el departamento a los señores, tal y como ellas me habían pedido que hiciera en caso de emergencia. Que aquí estaban sus enseres y “su” maleta. Y que yo me iba a mi casa (porque OBVIAMENTE que yo tenía casa, no era que andaba de sofá en sofá, o durmiendo en los departamentos que la gente desocupaba) a buscar la mía, para irme para Uruguay. Todo esto mientras pelaba los ojos y telepáticamente les decía: “quédense con mi maleta y me la devuelven luego, que las espero en el Mc Donald’s de al frente para irnos juntas a Palermo porque ya no tengo a dónde ir y estoy al borde de un colapso nervioso”. Y afortunadamente ellas me entendieron.

Me despedí de los señores con beso y abrazo, me desearon suerte en Uruguay, yo les mandé saludos a sus nietos, y salí del edificio hacia el Mc Donald’s de en frente, en donde me escondí hasta que las chicas vinieron por mí. Después de reírnos un rato del episodio, nos fuimos a su departamento, en donde esperé hasta que se me hizo la hora de embarcarme, por fin, rumbo al que sería mi nuevo hogar por los próximos 10 días.
Continúa en la próxima entrega.

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