CRÓNICAS MAITANAS: AVENTURAS DE UNA NÓMADA INCIDENTAL-PARTE III


Entrada del día 04/04/2015, 2:15 P.M.-Desde mi monoambiente, ¡POR FIN!
-Buenos Aires, Florida: Resulta ser que hay ciertos sectores de la ciudad en donde se corta una fase del sector eléctrico, lo cual hace que se vaya la luz y el agua de una parte de los edificios de una calle. Pues adivinen, ¿en qué sector se ubicaba el apartamento en donde recibí asilo sociopolítico mi quinto día de estancia en Buenos Aires, y en el cual pernocté durante una semana? ¡Exactamente! En ese mismo pedacito de la calle Florida en donde se ha llegado a ir la luz y el agua hasta por un mes. Mi anfitrionas, Fabiola L Silva y Marielba Martinez me advirtieron que esa era precisamente la razón por la cual se mudaban de la zona, pero como la última semana no habían tenido problemas con la luz, me alojaban en el apartamento que desocupaban hasta el domingo 22, día en que se les vencía el contrato de alquiler. Ellas ya habían pasado casi todas sus cosas al nuevo departamento. Me alegré de poder pasar una semana en un solo sitio, durmiendo en una cama, para variar, y sin incomodar a nadie. Sin embargo, a mi segundo día de estancia en este departamento, el edificio y dos negocios de al lado, se quedaron sin luz ni agua.
Por muy fitness que uno quiera ser, subir cuatro pisos de escalera varias veces al día, cansa. Lo cual ocurría con frecuencia dada la cantidad de diligencias que debía hacer diariamente. Y además, esta situación precaria me hizo darme cuenta de algo culturalmente muy interesante: Los argentinos son gente revolucionaria, y llegados al límite, también guarimbean. Por ejemplo, los vecinos del edificio, hartos de la falta de respuesta por parte de las autoridades municipales con respecto al caso de la falta de luz y agua, son capaces de tumbar los container de basura al suelo, vaciarlos y prenderle fuego a su contenido para cerrar una calle. Todo esto mientras pegan alaridos y golpean los container; aunque se pueden hacer pausas para permitirle cantar al vecino hippie que bajó su guitarra para entonar canciones de resistencia. Solo que era verano, y el calor era insoportable. Por eso ellos preferían hacer una guarimba nocturna, cuando el clima estaba más fresco…y ya la gente iba a dormir. Así el resto de los vecinos de los apartamentos que si tenían su servicio ininterrumpido, no podían descansar, y de esta manera se creaba una red de apoyo, ya que los otros, hartos del “quilombo”, terminaban llamando a las autoridades para quejarse de que por qué no les reestablecen el servicio de una buena vez para que los dejen tranquilos. Claro, que la gente de la Electricidad Argentina ya estaba durmiendo a esas horas, pero no importaba
Me fijé que para los vecinos, lo importante era quejarse y trancar la calle. Aunque no hubiera ya tráfico que parar, prensa que asistiera, o técnicos que vinieran a resolver, porque a medianoche ya todo el mundo estaba DORMIDO. Excepto los que estábamos aspirando el olor a basura quemada porque no teníamos más remedio. Podíamos cerrar las ventanas, pero entonces el calor nos iba a asar como si estuviéramos en un horno, literalmente. Y que conste que mi sangre venezolana me llamaba al quilombo para hacer bulto en la guarimba, y darles ideas acerca de bombas molotov y quema de caucho –sobre todo quería indicarles que la guarimba es más efectiva de día-; pero justamente el día que se armó la guarimba, había tenido que hacer un viaje de 45 minutos para poder ducharme en casa de Fabi y Mari, y sólo pensar en ensuciarme de nuevo me hizo plantearme mejor la situación. Aparte que no conocía a nadie, y así, guarimbear no tiene mucho sentido.
De modo que no me quedo de otra que empotrarme mis benditos y adorados tapones para los oídos nuevamente, y rezar para que el edificio no agarrara candela y Fabi no me encontrara asfixiada por aspiración de gases tóxicos cuando volviera del trabajo.
Continúa en la próxima entrega.


0 comentarios: