Cuentos de camino viejo - Parte I


Muy buenos días, ¿cómo están?. Quizás pudiera decirles buenas tardes, o buenas noches,  pero en fin, ¡lo importante es saludar!. Me llamo Hagel, y aquí les vengo a contar un poco de mi vida. Lo que les puedo decir, son cosas que a lo largo de mi vida he llegado a experimentar (¡y lo que aún me falta!). 

Antes de empezar, quisiera hacerlos pensar en algo: alguna vez se han preguntado «¿en qué momento pasó esto?». Esto es una pregunta general, sin buscar una respuesta específica. Un ejemplo común es cuando vas a buscar algo que guardaste, o cuando vas visitar alguien, y pasa esa situación en la que quedas sorprendido y te haces esta misma pregunta:  «¿en qué momento pasó esto?». A veces, en busca de auxilio, le preguntas a tus acompañantes, sólo para darte cuenta de que el 99% de las veces están igual de sorprendidos que tú, y sólo en la minoría de los casos, por una extraña razón, alguien sí sabe lo que pasa. Pues digamos que es algo así lo que me pasó. Pero la respuesta tuve que encontrarla yo mismo.

Soy un venezolano, oriundo de la ciudad de La Guaira, Estado Vargas; exactamente de Osma, un bonito pueblo de la costa que tiene playa, río y sol, gente amable y un caluroso clima tropical. Como toda historia, el protagonista se mudó, y yo ya no vivo allí, sino que me mudé a una jungla de concreto, una ciudad llena de sombras y luz. Como estamos todos, ¿no?.

Regresando a la pregunta inicial de este texto, añadiré algo: soy homosexual o gay, como lo quieran decir. A lo largo de mis 25 años me he encontrado con grandes dificultades, pero la principal y la más ruda que tuve fue lograr mi propia aceptación. Es fácil decidir si quieres comer arroz, pasta o simplemente no quieres nada -sólo el snack que está oculto en la gaveta de tu habitación jeje-, pero asumir una orientación sexual alternativa es muy rudo, más aún por las creencias sociales, religiosas y personales acerca de si la homosexualidad es buena o mala (que honestamente es algo subjetivo). La otra dificultad con la que me topé fue el qué dirán, o cómo me mirará la gente, porque da pie a cuestionamientos y preguntas que crean incertidumbre y miedo dentro de uno mismo.

Pero más allá de mi confesión, mi intención es contarles algo que me pasó. Algo loco. Digamos que hace aproximadamente tres años atrás, un 20 de diciembre me enteré que iba a ser papá (ya me imagino sus caras leyendo esta línea). Al principio, tomé la noticia a la ligera, porque por obvios motivos no podía ser padre, pero la realidad pudo más que mi ingenuidad. Iba a ser padre en serio, lo cual era un sueño que tenía en mi mente rondando desde hacía tiempo; sólo que llegó de forma inesperada y en el momento que de verdad parecía menos adecuado.

Y es aquí donde les pregunto ¿en qué momento les pasó eso que no esperaban venir? ¿cómo lo asumieron? y ¿cambió de manera radical su forma de ver la vida?

Para no contarles más -al menos por los momentos-, quiero que piensen un poco en esa pregunta y en cuál sería su decisión de encontrarse en la misma posición. De adelanto, les diré que asumí el reto, y que más que luchar por tener una vida estable, lucho porque mi hijo sea feliz. Muchas preguntas y dudas podrán surgirles, pero se las iré aclarando en las partes siguientes a este pequeño relato. Les regalaré esta pequeña reflexión:  «que lo que Dios decide, no lo cambia el hombre». Y en mi caso, siento que es verdad. Él decidió eso por mí, y sólo tuve dos opciones. Acepté la más indicada para mí vida.

Sólo quiero finalizar diciéndoles que hay situaciones en las cuales no verás la salida o la respuesta en el momento. Sólo trata de meditar lo que realmente quiere tu corazón y asume tu decisión.

Seguimos en la próxima parte.

1 comentario: